Semana Santa Cocoreña (II)
Decidí recorrer el moderno paseo Tichi Muñoz para admirar las escasas construcciones originales con valor arquitectónico para apuntarlas como patrimonio cultural, pasando por la Peña Cultural, la Quinta Rosalía, la “fachada falsa” de la Komunila y la moderna residencia edificada sobre viejo cementerio y sus siete esqueletos sepultados, sin saber si fueron prehispánicos, chinos, del porfiriato, yaquis o modernos, surgiendo otra leyenda urbana más de cantaros llenos de monedas de oro,
Llegué a la moderna plaza Ignacio Zaragoza de inconclusa remodelación con banquetas y andadores de concreto, sin bancas, pobre jardinería y su kiosco adornado con telas en azul y blanco emulando a la bandera de la nación Yaqui. ¿Quién taló la inmensa ceiba contigua al kiosco? Pregunto, al notar el figurativismo de su alto relieve tallado en su inmenso tronco con la frase: “Espíritu Santo”, compuesto por la imagen de una paloma con alas extendidas en la parte superior y un desfigurado Cristo crucificado en la inferior: ¡Qué fealdad! Por su desproporción de la figura humana tallada sobre madera por alguien sin estudios en escultura.
En el escenario, se presentaron la cantante Carla Pereira, cantando melodías mexicanas; la “Danza del Vientre” árabe por bailarinas góticas y el grupo Khennany con su repertorio de canciones argentinas y latinoamericanas ante un público de unas 500 a 600 personas. ¡Más de lo mismo del año pasado!
Caminé por los puestos de vendimia por la asociación civil “Cócorit Tradición y Cultura” bajo delgadas ramadas tradicionales de mezquite y carrizo, ofreciendo comida regional callejera y nada típica de Cócorit.
Saludé a los integrantes del grupo La Bachia mientras vendían su bisutería urbana y escuchaban rock metal pesado; fui a la cancha deportiva para ver el improvisado espacio para telescopios limitado por muro de tela negra; a unos niños haciendo deportes y varios autos estacionados sobre ella.
Salí por el feo arco semi neocolonial de su entrada, para mirar la pintura rotulista sobre pared con iconografía de un danzante venado yaqui negruzco y fisionomía más de bailarín folclórico Amalia Hernández que tradicional étnico de los Ocho Pueblos, realizado por Ricardo Escalante, faltándole valor artístico y estético porque su autor no es muralista académico.
Con la interrogante: ¿Quién asesora en estética urbana al alcalde Rogelio Díaz Brown?, fui al puesto de doña Oralia Barragán viuda de Ochoa para saludarla y saborear una sabrosas tortilla de harina sobaquera. Para luego caminar por los primeros doscientos metros de la ex la Alameda admirando su arquitectura pobre de adobe, que contrasta con las casonas remodeladas frente a la plaza.
Como la de arcos y pretil de ladrillo aparente al estilo neocolonial sureño; las dos casonas del Centro Educativo La Salle; el jardín y atrio de la parroquia de Nuestra Madre de Guadalupe y la Casa Parroquial, cerrada antes de Misa con la imposibilidad para admirar el arte sacro de su altar; el local cerrado con magnífico pintura del grupo Génesis y su colección de máscaras chapayecas yaquis. Tal vez, se debió a que las autoridades yaquis prohibieron su reproducción por ser sagradas para ellos y no motivos artesanales turísticos.
No cabe duda que el negocio fue para la empresa YaquiTours y el trenecito con su recorrido de unos 20 minutos por 15 pesos, a través de los pocos lugares con interés turístico, partiendo de su base en el atrio de la parroquia.
Como no traía mucho humor para el folclorismo cajemense ni para estas escasas expresiones culturales, aproveché la noche de luna llena para cenar un sabroso burrito de carne machaca con tortilla sobaquera en el comercio “Burros In Maaía”, contiguo a la comisaría y atendido por la cordial estudiante la sallista de Estación Corral, Laura Elena Ochoa Barragán, continuando con la tradición de su estimada madre doña Oralia.
Mientras lo saboreaba, le pregunté: ¿Cuál es el origen de las tortillas sobaqueras, porque tu mamá fue la pionera de ellas?
Dejó la cocina para responder: –Mi mamá trajo a Cócorit la tortilla de harina sobaquera original del pueblo de Magdalena de Kino, cuando comenzó a tortear y venderlas en este lugar a principios de los años ´90… No son yaquis, porque sus tortillas son más pequeñas… En Sonora hay dos recetas: La tortilla de agua de Hermosillo y las hechas con un poco de manteca como la de Magdalena de Kino–.
Lamento narrar que en una hora se puede recorrer este poblado porfirista, se amplía media hora más al visitar las salas museográficas durante cualquier tarde sabatina o dominguera, porque tiene poco que ofrecer al turismo regional, por eso, creo, fue rechazada su candidatura a ser Pueblo Mágico de México por la Secretaria de Turismo federal.
En este festejo anunciado pomposamente como algo espectacular, no se exhibió la cultura tradicional de Cócorit, si la hay, sino la mestiza de Cajeme, no se bailó la danza del venado ni se vio la guía turística alusiva a ella, editada con cinco mil ejemplares por la empresa Protur de la escritora Mara Romero.
La magia antigua del Nuevo Pueblo de Cócorit es intangible, está sólo en las mentes de los neo cocoreños establecidos, se perdió por la modernidad de su arquitectura, de los espacios urbanos adornados con ceibas sin podas artísticas, la pintura sobre la pared y la talla de madera, no tienen valor estético ni artístico para la crítica de arte.
De la cultura yaqui, comentaron algunos adultos mayores de El Conti, que la autoridad yaqui recae en el Pueblo Mayor y sólo las celebraciones de la Cuaresma, el Día de San Juan y el de la Virgen de Guadalupe son las autorizadas para llevarse a cabo por las autoridades tradicionales de la Loma de Guamúchil.
La fisionomía urbana, la arquitectura de adobe y la cultura mestiza son el legado de la guerra de exterminio contra la tribu Yaqui durante el porfiriato a partir de 1890, a la par, con la de las migraciones de mexicanos del sur y sonorenses de los poblados coloniales de la sierra que inmigraron durante el Valle Nuevo de Carlos Conant Maldonado, el “Yaqui River Valley” de los hermanos Richardson y el ejido Cócorit.
Las familias ricas lo abandonaron en 1930 para asentarse en la incipiente Ciudad Obregón. El origen antropomorfo y cultural de Cócorit es más mestizo mexicano que autóctono yaqui.
Sábado de Gloria en la Plaza Ignacio Zaragoza de Cócorit.
“Burros In Maaía”, de Laura Elena Ochoa Barragán.
Fotografía del arquitecto Francisco Sánchez López. ¡No me las roben!
Copyright: Material protegido por derechos de autor del titular Arq. Francisco Sánchez López. Registro SEP/CP-509989/78/Son. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este artículo y fotos con fines de lucro, se requiere la autorización escrita por el autor. ¡Di No a la Piratería!
Arquitecto, fotógrafo, artista del arte del realismo mágico, ecologista protector de ballenas en el mar de Cortés, escritor, periodista cultural en crónicas y críticas de arte para el suplemento Quehacer Cultural del periódico El Diario del Yaqui de Ciudad Obregón, Sonora, México.
Copyright: Material protected by copyright SEP/CP-509989/78/Son of his holder arch. Francisco Sánchez López. Reproduction s in whole or part of this article and photos for profit requires written permission by the author. Say No to Piracy!
Architect, photographer, artist of magical realism art, ecologist in the Sea of Corte´s whales protection, cultural journalist in art chronicles and critic s for the supplement Cultural Affairs of El Diario del Yaqui newspaper of Ciudad Obregon, Sonora, Mexico.
Facebook: Francisco Sanchez, Twitter/archfcosanchez
Blogs:, www.artecajemeart.blogster.com, www.arkisanchez.blogdiario.com, http://www.arkisanchez.wordpress.com